¿Libertad de expresión?

Todos conocemos lo ocurrido en Francia el pasado 7 de enero, cuando unos yihadistas franceses irrumpieron en la redacción del seminario francés Charlie Hebdo, reivindicando el acto como un castigo por publicar caricaturas de Mahoma. 17 personas fueron asesinadas y se sucedieron otros incidentes relacionados con este tanto en Francia como en otras partes del mundo. Esto ha desencadenado diversas protestas a favor de la libertad de expresión (de dudosa credibilidad teniendo en cuenta quienes son los convocantes) entre las que destacan la de París, que contó con la presencia de numerosos jefes de Estado.

Entre ellos, haciendo un ejercicio de hipocresía a la altura de las circunstancias, se encontraba Mariano Rajoy, presidente de un Estado en el que la censura y la represión están a la orden del día (el último caso el de los 7 anarquistas encarcelados, acusados de terrorismo basándose en un registro donde se incautaron «peligrosísimos» libros y libretas); Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, Estado que mantiene bajo ocupación militar gran parte del territorio palestino, Ángela Merkel, François Hollande…

Hipocresía, porque mientras se hace gala de la defensa de la libertad de expresión se censura y se reprime todo aquello contrario a los intereses políticos y económicos de los Estados y las grandes empresas. Hipocresía porque quienes esta vez ponen tanto empeño en denunciar y condenar estos asesinatos, promueven y justifican guerras y masacres más allá de sus fronteras, como son cada una de las intervenciones de la OTAN, o de Israel sobre Palestina (por poner algún ejemplo) donde no sobran la tortura o los bombardeos a civiles.

Hipocresía porque paradójicamente un adolescente fue detenido en Nantes a las pocas semanas por parodiar una portada del propio Charlie Hebdo (aquí la noticia: http://bit.ly/1Cy9bZM )

Con esto, aunque estamos lejos de compartir el contenido racista y xenófobo de muchas de las publicaciones de esta revista, no pretendemos para nada justificar el ataque, y sobra decir que nos oponemos a todo régimen teocrático y al yihadismo. Nuestra intención es unicamente desenmascarar a quienes ahora pretenden dárselas de protectores de la libertad cuando realmente son todo lo contrario.

Por ello, vemos claramente como desde el poder y los medios de comunicación se está utilizando el miedo como arma política y por supuesto no es la primera vez que ocurre: siempre se ha hecho. Para ello se crea un enemigo más o menor abstracto según las circunstancias que, valiéndose (y alimentando) el racismo y la xenofobia, se caracteriza como un peligro para «occidente», «la democracia» y/o «la libertad», según donde nos encontremos. Algunos ejemplos de «enemigos abstractos» en la historia reciente (a los que se culpaba de todo mal) son: en España, durante el franquismo, el contubernio judeo-masónico (y ETA tras este); en la Guerra Fría, sobre todo para EEUU, el comunismo, y tras la caída del bloque comunista, el Islam.

Esto crea un clima de miedo e inseguridad entre la población que por un lado propicia que se creen sentimientos patrióticos al reforzar el poder y la identidad de «occidente» contra «lo otro», «el diferente» o «el enemigo». Por otro lado y paralelamente este sentimiento de miedo, de estar «bajo amenaza» es utilizado para justificar nuevas medidas de vigilancia, control social y represión: utilizando la falacia de la oposición entre seguridad y libertad nos piden que sacrifiquemos la segunda por la primera. Ejemplos de esto, desde lo más explícito a lo más «sutil», son las intenciones de Marine Le Pen, candidata del Frente Nacional (partido ultraderechista francés) pidiendo el cierre de las fronteras (parece no haberse dado cuenta de que los autores de los asesinatos eran franceses) o la utilización de la pena de muerte; también lo que ocurrió en EEUU tras el 11S, cuando se justificaron guerras e invasiones y se legalizaron las medidas de tortura (que ya eran utilizadas anteriormente, en Guantánamo por ejemplo, por la CIA); como en España se ha impuesto la Ley Mordaza, denominada por ellos como Ley de Seguridad Ciudadana, con la excusa de la mediática y abstracta “violencia antisistema”; o se quiere imponer ahora, aprovechando el miedo a la amenaza yihadista, una reforma del código penal que introduce la cadena perpetua, con el eufemismo de “prisión permanente revisable”.

Por todo ello, no estamos dispuestos a sacrificar ni una gota de libertad en pos de una supuesta seguridad que no es tal, pues son precisamente quienes ahora hacen gala de defender la libertad de expresión y protegernos quienes nos censuran, reprimen, agreden y tratan como mercancía.

¡Contra su represión, nuestra resitencia!

¡Arriba los que luchan!