¿Selectividad? Basta de circo: Acceso gratuito a la universidad

Casi 4 años han pasado ya de la aprobación de la LOMCE y todavía nadie en la comunidad educativa tiene claro qué va a pasar. Lo que en principio iba a ser una reválida obligatoria para todas las alumnas de cuarto de la ESO ahora no es más que una prueba que no todas harán y que además, no tendrá valor alguno más allá del informativo. Más complicado es el caso de la PAU, eliminada definitivamente sin un alternativa claramente definida. Esta confusión ha hecho que no se supiese la materia que iba a entrar en la prueba que sustituirá a la PAU, la EBAU, hasta pasada la mitad del curso. Esta confusión se añade a todas las “inconveniencias” que tenía la prueba anterior, como el hecho de que fuera un examen que solo permitía el acceso a la universidad en función de la nota.

Si ya de por si las distintas reformas educativas nos parecen perniciosas, el hecho de que generen un clima de incertidumbre donde ni profesoras ni alumnas saben muy bien a qué tipo de pruebas de evaluación y para qué se van a enfrentar a ellas, no es más que una muestra más del poco respeto que tienen nuestros gobernantes por la educación.

Estas reformas tienen lugar en un momento donde la educación lleva tiempo sufriendo unos recortes que la han dejado en un estado penoso: una enorme ratio de alumnas por profesora, infraestructuras en mal estado, escasez de materiales de estudio, menor número de becas etc. Esto no es más que la consecuencia lógica de una educación que no tiene por objetivo más que introducir a las alumnas en el sistema económico actual y ponerlas a producir. Una educación que nos obliga a competir, que nos divide entre “malas” y “buenas” alumnas dependiendo de las calificaciones. Una educación en la que aquella persona que no encaja es una vaga o simplemente no se la considera capaz de “aprender”, que se convierte en un eufemismo de memorizar. Una educación que nos impone el horario de una jornada laboral para irnos introduciendo poco a poco en el mercado.

Además, la subida generalizada durante estos últimos años de las tasas de acceso a la universidad han generado una exclusión mayor, haciendo que gran parte de la juventud se vea incapaz de acceder a la universidad por motivos económicos. Y sin ayudas al estudio se está obligado a trabajar en trabajos precarios, mal pagados y que dificultan la compatibilidad con los estudios.

Frente a este panorama de poco sirven las formas de protesta esporádicas. Necesitamos estar organizadas como comunidad educativa y fomentar la insumisión y el boicot a las imposiciones de la LOMCE. Urge levantar un proyecto de nueva educación donde esta quede bajo control de la propia comunidad educativa y al servicio de los intereses de las clases populares, dejando de ser la educación ajena a todas nosotras. Una educación a la que todas podamos acceder sin distinciones económicas, sin exámenes de acceso, sin pruebas que decidan quién está “capacitada” y quién no.

Por el boicot y la insumisión a la LOMCE y sus reválidas.
Por la abolición de la selectividad.
Defendemos lo público. Construimos lo común.