El primero de mayo se celebra el día internacional de la clase trabajadora. Conmemorando a los Mártires de Chicago y a todas aquellas asesinadas por aquellos intensos y sangrientos días de mayo de 1886, cuya historia recordamos y traemos al presente.

El primer 1 de Mayo

En la década de 1880 Estados Unidos estaba plagado de fuerza de trabajo migrante, exhausta, pobre. Pero muy organizada y politizada por la influencia del movimiento obrero en Europa. Con la abolición de la esclavitud formal aún reciente, y soportando jornadas laborales de hasta 18 horas, las trabajadoras norteamericanas llaman a la huelga general por la jornada de 8 horas. En tono de rebelión y hasta las últimas consecuencias, salen de la fábrica a las calles bajo la consigna: “Ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana”.

Los días siguientes son un relato de enfrentamientos a sangre. En plaza Haymarket de Chicago tuvo lugar una gran manifestación obrera reprimida por las fuerzas del estado, desembocando en 4 días de fuertes disturbios con decenas de muertos y centenares de heridos. Tras la muerte de 7 agentes, llegaron las torturas y sentencias de muerte. Estos 8 trabajadores condenados a muerte los recordamos hoy como los Mártires de Chicago.

En tanto a los paralelismos que queríamos extraer de este recordatorio:

  1. El internacionalismo era un pilar del movimiento obrero de entonces. Su muerte es hoy una jornada internacional de lucha. En un mundo actual de aparente hiperconexión, los movimientos se muestran incapaces de tener respuestas colectivas como antaño las hubo. Debemos trabajar por estar bien organizados en todas las escalas.
  2. La demanda era la jornada laboral de 8 horas ¿Por cuántas vamos ahora? ¿A cambio de cuánto? ¿Quién se librará de ello?

Quienes estudiamos

Hay quienes estudiamos por un futuro laboral no tan precario, inestable y falto de reconocimiento. Hoy parece que no quede otra que estudiar a su manera, con sus formas, sus tiempos y sus contenidos sesgados por la mercantilización de la vida. Acaban de eliminar la Literatura Universal como asignatura obligatoria en 2º de bachillerato. Todo lo que nos puedan enseñar desde la enseñanza formal acerca de la aplicación de nuestros conocimientos va a estar mediado por el éxito económico, la rentabilidad y la productividad. El conocimiento libre, la cultura popular o el espíritu crítico, son conceptos en seria amenaza de extinción.

Las hay que estudiamos, trabajamos y militamos. Que no conseguimos las becas que exigen una mínima excelencia, pues se consigue con una dedicación exclusiva al Grado y su modelo con su incesante carga de trabajo.

¿Acaso todo este esfuerzo nos garantiza salir de la precariedad y falta de expectativas?

No. El mundo laboral no está esperando a que nos graduemos para acogernos amablemente. Está a la espera de nuestra salida para bapulearnos con sus ofertas y exigencias. Mientras, el mundo académico ya se encarga de ofrecer carne de cañón para las empresas.

Nos vemos abocadas a ser becarias eternas sin garantías de estabilidad laboral. Los contratos en prácticas infinitos y sin remunerar, traspasando la línea entre el trabajo y la esclavitud: el salario. Ninguna institución oficial hace nada por paliar la situación. Las universidades firman convenios sin garantías para las estudiantes trabajadoras, la garantía se la queda la parte empresarial. Solo la respuesta colectiva de las afectadas podría revertir la situación. En ello trabajamos.

Quienes no estudiamos

¿Por qué? ¿No tenemos capacidades? ¿No tenemos interés? Todo lo contrario. Sin las oportunidades necesarias para encarar una inversión tan alta de horas y dinero y con la paulatina segregación en las escuelas, hay a quienes se nos desecha de la oficialidad educativa, relegándonos al último eslabón de la cadena de la precariedad. Pero no somos víctimas, somos supervivientes de un modelo económico que nos desecha constantemente.

Rechazamos el mensaje en los medios estudiantiles y académicos de la “generación más preparada de la historia” y su discurso elitista que denigra los trabajos peor valorados socialmente. No estudiamos para explotar a nadie ni ser mejores que quien no ha estudiado. Estudiamos para aprender y dotarnos de mayores herramientas en nuestras luchas. Somos científicas, historiadoras, arquitectas, ingenieras, camareras, artistas, mecánicas, barrenderas, albañiles. Somos todo lo que este sistema oprime, y le vamos a dar la vuelta.

¡No olvidamos a quienes lucharon antes que nosotras, no desistimos!

¡Viva el 1 de Mayo!

¡Viva la lucha internacional de todas las oprimidas!